Discurso de Benjamín Netanyahu, Primer Ministro de Israel, ante la 69ª
Asamblea General de las Naciones Unidas en New York. (Septiembre
26 de 2014)
Señor Presidente, Damas y Caballeros:
Hace cerca de 62 años, las Naciones Unidas
reconocieron el derecho de los judíos, un antiguo pueblo de 3.500 años de edad,
de tener un estado propio en su patria ancestral. Hoy estoy aquí como el Primer Ministro de Israel, el
estado judío, y les hablo en nombre de mi país y mi pueblo.
Las Naciones Unidas fueron fundadas después de
la carnicería de la 2ª Guerra Mundial y los horrores del Holocausto. Se le
encomendó la prevención de la recurrencia de tales horrendos eventos. Nada ha minado esa misión central más que el
sistemático asalto a la verdad.
Ayer, el Presidente de Irán estuvo en este mismo
podio, vomitando su último despropósito antisemita. Sólo hace unos pocos días,
nuevamente alegó que el Holocausto es una mentira. El mes pasado, fui a una villa en un suburbio de
Berlín llamado Wannsee. Ahí, el 20 de enero de 1942, después de una buena
comida, importantes funcionarios nazis se reunieron y decidieron cómo
exterminar al pueblo judío. Las detalladas actas de esa reunión han sido preservadas por sucesivos
gobiernos alemanes. Aquí está una copia de esas actas, en las cuales los nazis
expidieron instrucciones precisas de cómo llevar a cabo la exterminación de los
judíos. ¿Es esto una mentira?
Un día antes de que estuviera en Wannsee, en
Berlín me dieron los planos de construcción originales del campo de
concentración Auschwitz-Birkenau. Esos planos están firmados por el propio
Heinrich Himmler, vice de Hitler. Aquí está una copia de los planos para
Auschwitz-Birkenau, donde un millón de judíos fueron asesinados. ¿Esto también
es una mentira?
Este junio, el Presidente Obama visitó el campo
de concentración de Buchenwald. ¿El Presidente Obama rindió tributo a una
mentira? ¿Y que hay con los
sobrevivientes de Auschwitz cuyos brazos llevan todavía marcados en ellos los
números tatuados por los nazis? ¿Esos tatuajes son mentiras? Un tercio de todos
los judíos perecieron en la conflagración. Casi cada familia judía fue
afectada, incluyendo la mía. Los abuelos de mi esposa, dos hermanas y tres
hermanos de su padre, y todas sus tías, tíos y primos, todos fueron asesinados
por los nazis. ¿Eso también es una mentira?
Ayer, el hombre que denomina al Holocausto una
mentira, habló desde este podio. Para aquellos que rehusaron venir y para
aquellos que abandonaron esta sala en protesta, mis elogios. Se erigieron en
aras de una claridad moral y llevaron honor a sus países. Pero aquellos que prestaron oídos a este negador del
Holocausto les digo, en nombre de mi pueblo, el pueblo judío, y de los pueblos
decentes de todas partes: ¿No tienen vergüenza? ¿No tienen decencia? Sólo seis décadas después del Holocausto, le dan
legitimidad a un hombre que niega que el asesinato de seis millones de judíos
tuviera lugar y promete borrar al estado judío.
¡Qué desgracia! ¡Qué burla a la carta de las
Naciones Unidas! Quizás algunos de ustedes piensen que este hombre y su odioso
régimen amenaza sólo a los judíos. Están ustedes equivocados. La historia nos muestra una y otra vez que lo que
comienza con ataques a los judíos, finalmente termina envolviendo a muchos
otros. Este régimen iraní está alimentado
por un extremo fundamentalismo que apareció en la escena mundial hace tres
décadas, después de mantenerse dormido durante siglos. En los pasados treinta
años, este fanatismo ha barrido al globo con violencia asesina y con una
imparcial sangre fría en la elección de sus víctimas. De forma cruel e
indiscriminada mató salvajemente a musulmanes y cristianos, a judíos e hindúes,
y a muchos otros.
Aunque compuesto por diferentes ramas, los adherentes a este
nada indulgente credo, buscan retrotraer a la humanidad a los tiempos
medievales. Ahí donde pueden, imponen una
atrasada sociedad regimentada, donde las mujeres, las minorías, los
homosexuales o cualquiera no considerado como un verdadero creyente, es
brutalmente subyugado. La lucha contra este fanatismo abyecto no enfrenta fe
contra fe, ni civilización contra civilización.
Enfrenta a la civilización contra la barbarie,
el siglo XXI contra el siglo IX, a aquellos que santifican la vida contra
aquellos que glorifican la muerte. Este
primitivismo del siglo IX no debería tener lugar para el progreso del siglo
XXI. El encanto de la libertad, el poder de la tecnología, el alcance de las
comunicaciones deberían, seguramente, triunfar. En última instancia, el pasado
no puede triunfar sobre el futuro. Y el futuro ofrece a todas las naciones
magníficas recompensas de esperanza. La senda del progreso crece
exponencialmente. Nos tomó siglos llegar
de la imprenta al teléfono, décadas llegar del teléfono a la computadora
personal, y sólo algunos años llegar de la computadora personal a Internet.
Lo que parecía imposible hace unos pocos años,
ya está pasado de moda, y apenas podemos entender los cambios que están todavía
por venir. Descifraremos el código genético. Curaremos lo incurable. Prolongaremos
nuestras vidas. Encontraremos una
alternativa barata para los combustibles fósiles y limpiaremos el planeta.
Estoy orgulloso que mi país, Israel, va a la
vanguardia de estos avances liderando innovaciones en ciencia y tecnología,
medicina y biología, agricultura y agua, energía y el medio ambiente. Estas
innovaciones, en el mundo entero, ofrecen para la humanidad en su conjunto, un
soleado futuro de inimaginable promesa.
Pero si el más primitivo fanatismo puede obtener
las más mortales armas, la marcha de la historia podría revertirse por un
tiempo. Y así como la tardía victoria sobre los nazis, las fuerzas del progreso
y la libertad prevalecerán sólo después de que una horrorosa cuota de sangre y
fortuna haya sido arrancada de la humanidad. Esa es la razón por la que la
mayor amenaza que enfrenta el mundo hoy en día es el maridaje entre el
fanatismo religioso y las armas de destrucción masiva.
El más urgente desafío que enfrenta esta
institución es impedir que los tiranos de Teherán obtengan armas nucleares.
¿Están los estados miembros de las Naciones Unidas preparados para este
desafío? ¿Confrontará la comunidad internacional al despotismo que aterroriza a
su propio pueblo mientras éste se alza valientemente por la libertad? ¿Ejercerá
alguna acción contra los dictadores que robaron una elección a plena luz del
día y bajaron a balazos a manifestantes iraníes que murieron en las calles
ahogándose en su propia sangre? ¿La comunidad internacional frenará a los más
perniciosos patrocinadores y profesionales del terrorismo? Sobre todo ¿La comunidad internacional frenará al
régimen terrorista de Irán en su desarrollo de armas atómicas que, de ese modo,
pone en peligro la paz del mundo entero? El
pueblo de Irán se está alzando con coraje contra este régimen. La gente de
buena voluntad alrededor del mundo está de su lado, así como lo han hecho los
miles que han protestado fuera de esta sala. ¿Las Naciones Unidas se colocarán
de su lado?
Damas y Caballeros, el jurado está todavía fuera
de las Naciones Unidas, y las recientes señales no son alentadoras. En lugar de
condenar a los terroristas y sus patrocinadores iraníes, algunos aquí han
condenado a sus víctimas. Eso es exactamente lo que hizo un reciente informe sobre Gaza, igualando falsamente a
los terroristas con aquellos que eran sus blancos. Durante ocho largos años, Hamas disparó desde Gaza
miles de misiles, morteros y cohetes contra ciudades israelíes cercanas. Año
tras año, mientras estos misiles eran deliberadamente lanzados contra nuestros
civiles, ni una resolución de la ONU fue aprobada condenando esos criminales
ataques. No oímos nada, -absolutamente nada-, del Consejo de Derechos Humanos
de las Naciones Unidas, una institución con un nombre equivocado, si fue, que
en alguna momento la hubo.
En 2005, con la esperanza de hacer progresar la paz, Israel
se retiró unilateralmente de cada centímetro
de Gaza. Desmanteló 21 asentamientos y desarraigó a más de 8.000 israelíes. No
obtuvimos paz. En su lugar obtuvimos una base de terrorismo apoyada por Irán a
ochenta kilómetros de Tel Aviv. La vida en poblados y ciudades israelíes
cercanas a Gaza se convirtió en una pesadilla. Como ven, los ataques con
cohetes de Hamas no sólo continuaron, se incrementaron diez veces. Pero nuevamente, la ONU se mantuvo en silencio.
Finalmente, después de ocho años de esta
incesante agresión, finalmente Israel se vio forzado a responder. ¿Pero cómo
debíamos responder? Bueno, sólo hay un ejemplo en la historia, de miles de
cohetes siendo disparados sobre la población civil de un país. Ocurrió cuando
los nazis dispararon cohetes sobre ciudades británicas durante la 2ª Guerra
Mundial. Durante esa guerra, los aliados arrasaron ciudades alemanas, causando cientos de miles de bajas.
Israel eligió responder en forma diferente. Enfrentado a un enemigo que cometía
un doble crimen de guerra, disparando contra civiles mientras se escudaba
detrás de civiles. Israel buscó efectuar ataques quirúrgicos contra los
lanzadores de cohetes. Esa no fue una
tarea fácil porque los terroristas disparaban misiles desde casas y escuelas,
usando mezquitas como depósitos de armas y escondiendo explosivos en
ambulancias. Israel, por el contrario, trataba de minimizar las bajas urgiendo
a los civiles palestinos para que abandonaran las zonas de objetivos.
Lanzamos incontables volantes sobre sus casas,
enviamos miles de mensajes de texto y llamamos a miles de teléfonos celulares
pidiendo a la gente que se fuera, nunca un país ha llegado a tales
extraordinarios extremos para evitar que la población civil del enemigo sea
dañada. Aun así, enfrentado con un tan
claro caso de agresor y víctima, ¿A quién decidió condenar el Consejo de
Derechos Humanos de la ONU? A Israel. Una democracia defendiéndose
legítimamente contra el terrorismo es moralmente colgada, equiparada y
descuartizada, y se la juzgó deslealmente para rematarla.
A través de estas retorcidas normas, el Consejo
de Derechos Humanos de la ONU habría arrastrado a Roosevelt y a Churchill al
banquillo de los acusados como criminales de guerra. Qué perversión de la
verdad. Qué perversión de la justicia. Delegados
de la Naciones Unidas: ¿Aceptarán ustedes esta farsa? Porque si lo hacen, las Naciones Unidas volverá a sus
más oscuros días, cuando los peores violadores de los derechos humanos estaban
sentados juzgando a las democracias respetuosas de la ley, cuando el sionismo
fue equiparado con el racismo y cuando una mayoría automática podía declarar
que la tierra es plana. Si esta Institución
no rechazara este informe, enviaría un mensaje a los terroristas en todas
partes: el terrorismo paga; si lanzáis vuestros ataques desde áreas densamente
pobladas, ganaréis inmunidad. Y condenando a Israel, esta Institución también
le dará un golpe mortal a la paz. He aquí por qué.
Cuando Israel abandonó Gaza, muchos esperaron
que los ataques con misiles acabarían, Otros creían que, por fin, Israel
tendría legitimidad para ejercer su derecho a la auto defensa. ¿Qué
legitimidad? ¿Qué auto defensa? La misma
ONU que aclamó a Israel cuando abandonó Gaza y prometió apoyar nuestro derecho
de auto defensa, ¿ahora nos acusa -a mi pueblo, a mi país-, de crímenes de
guerra? ¿Y por qué? Por actuar responsablemente en defensa propia. ¡Qué parodia! Israel se defendió en forma justa contra el terrorismo. Este tendencioso
e injusto informe es una prueba clara y evidente para todos los gobiernos.
¿Estarán con Israel o estarán con los terroristas? Debemos saber la respuesta a esa cuestión ahora. Ahora
y no más tarde. Porque si a Israel se le pide nuevamente tomar más riesgos por
la paz, debemos saber hoy que ustedes estarán con nosotros mañana. Sólo si
tenemos la confianza de que podremos defendernos, podemos asumir más riesgos
para la paz.
Damas y Caballeros, todo Israel quiere paz. En todo momento en que un líder árabe quiso genuinamente la paz con
nosotros, hicimos la paz. Hicimos la paz con Egipto liderado por Anwar el-Sadat.
Hicimos la paz con Jordania liderada por el Rey Hussein. Y si los palestinos
quieren verdaderamente la paz, yo y mi gobierno, y el pueblo de Israel, hará la
paz. Pero queremos una paz genuina, una paz defendible, una paz permanente. En
1947, esta institución votó el establecimiento de dos estados para dos pueblos
–un estado judío y un estado árabe-. Los
judíos aceptaron esa resolución. Los árabes la rechazaron. Les pedimos a los palestinos que, finalmente, hagan lo
que han rechazado hacer durante 62 años: Digan sí a un estado judío. Así como se nos pide reconocer a una nación-estado para el
pueblo palestino, a los palestinos se les debe pedir reconocer la nación-estado
del pueblo judío. El pueblo judío no es un conquistador extranjero en la Tierra
de Israel. Esta es la tierra de nuestros ancestros.
Inscripto en los muros exteriores de este
edificio está la gran visión bíblica por la paz: “Nación no levantará espada
contra nación. No sabrán de guerra nunca más”. Estas palabras fueron dichas por el profeta
judío Isaías hace 2.800 años mientras caminaba por mi país, por mi ciudad, en
las montañas de Judea y en las calles de Jerusalén. No somos extraños en esta tierra. Es nuestra patria.
Tan profundamente conectados como estamos
con esta tierra, reconocemos que los palestinos también viven ahí y quieren un
hogar propio. Queremos vivir lado a lado con ellos, dos pueblos libres viviendo
en paz, prosperidad y dignidad. Pero debemos tener seguridad. Los palestinos
deberían tener todos los poderes para gobernarse a sí mismos, excepto aquel
puñado de poderes que podrían poner en peligro a Israel. Esa es la razón por la cual un estado palestino debe
ser efectivamente desmilitarizado. No
queremos otra Gaza, otra base terrorista, apoyada por Irán, colindando con
Jerusalén y posada en las montañas a pocos kilómetros de Tel Aviv. Queremos
paz.
Creo que una tal paz puede lograrse. Pero sólo
si desmantelamos las fuerzas del terrorismo, dirigidas por Irán, que busca
destruir la paz, eliminar a Israel y derrocar el orden mundial. La cuestión que
enfrenta la comunidad internacional es si está preparada para confrontar esas
fuerzas o darles cabida. Hace más de
setenta años, Winston Churchill lamentó lo que él llamó la “confirmada
imposibilidad de aprendizaje de la humanidad”, el desafortunado hábito de las sociedades civilizadas de dormir hasta
cuando el peligro ya casi los supera. Churchill se lamentaba de lo que él llamaba “la
falta de previsión, la falta de voluntad para actuar cuando la acción sería
simple y efectiva, la falta de pensamiento claro, la confusión en aconsejar
hasta que llega la emergencia, hasta que la auto preservación golpea el
discordante gong”. Hoy, hablo aquí con la
esperanza de que la evaluación de Churchill de la “imposibilidad de aprendizaje de la humanidad” por una
vez pruebe ser incorrecta. Hablo hoy aquí con la esperanza de que podemos
aprender de la historia, que podemos prevenir el peligro a tiempo.
En el espíritu de las eternas palabras dichas
por Josué hace más de 3.000 años, seamos fuertes y valerosos. Confrontemos
este peligro, aseguremos nuestro futuro y, con la ayuda de Dios forjemos una
Paz duradera para las futuras generaciones.
“Dios le de coraje a su Pueblo y que lo bendiga con la
Paz”.
Transcripción desde Radio JAI 96.3
boletín@radiojai.com.ar
www.radiojai.com.ar
Por: Fabio Humberto Molano Olmos
Bogotá D.C., 1° de octubre de 2014
Jerusalén, Tishrei 7 de 5775